lunes, 11 de junio de 2012

Inteligencia intiutiva

Tradicionalmente, se ha creído que la inteligencia era esa característica abstracta y exclusivamente racional de entender las cosas, el entorno y los problemas que van surgiendo a lo largo de la vida; y, de esta forma, encontrar la solución más adecuada para cada caso. Hoy sabemos que la inteligencia no es únicamente eso. Existe también una inteligencia emocional que nos permite acceder a la comprensión de muchos aspectos y situaciones que la inteligencia racional orilla, y que resulta mucho más útil para mejorar nuestra relación con lo que nos rodea así como con las demás personas. Un paso más allá lo ha dado Malcolm Gladwell al hablar de la ?inteligencia intuitiva?, que sería la basada en cierta capacidad de empatía con aquello de lo que tenemos conocimiento profundo y casi visceral, y que nos permite ?intuir? por instinto, con poco margen de error, la verdad implícita detrás de su apariencia. 
El autor de este libro es un periodista de investigación que se ha dejado fascinar por esa capacidad que tienen algunos individuos para saber, sin mucho riesgo a equivocarse, cuándo alguien les está mintiendo, o cuándo el objeto que se les muestra como una obra de arte del imperio sumerio es una falsificación, o bien cuándo una pareja aparentemente bien avenida acabará divorciándose. Esto depende mucho, claro, de la profesionalidad y la experiencia del observador, el perito o el psicólogo (es decir, del profesional especialista, en cada caso), ayudado por ciertas dotes de perspicacia innatas y del amor a su profesión. 
Para adquirir esa facultad --aparentemente paranormal-- y educarla hay que evitar sobre todo los prejuicios (el principal enemigo de la intuición) y otros elementos que causan bloqueo (miedo, egoísmo, trato personal o familiar demasiado íntenso, actitud crítica), así como conocer bien el mecanismo del ?inconsciente adaptativo?. Y para lograr que nuestras intuiciones funcionen inteligentemente siempre será fundamental conocer las propias emociones, controlarlas y saber crear otras nuevas, aprendiendo asimismo a conectarlas con las emociones ajenas. Esta es la seña de identidad del verdadero triunfador: el que posee una auténtica inteligencia práctica, que va más allá de la ?capacidad de adaptación a la vida?, máxima que leí hace años como definición de inteligencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario